Cultura y arte en California Sur
martes, 27 de junio de 2023
La Majestuosidad de la Ballena Jorobada: Una Oda al Esplendor del Océano
Las Vaquitas Marinas: Un Llamado a la Conservación de las Especies Marinas
La Perla: Un Homenaje al Pasado de Sudcalifornia
JESÚS DEL CARACOL: Una representación monumental que evoca la conexión entre el mar y la fe
Autor: Sealtiel Enciso Pérez
La ciudad de La Paz, en Baja California Sur, alberga una obra escultórica de gran relevancia artística y simbólica: JESÚS DEL CARACOL. Esta imponente escultura de bronce, elaborada por la reconocida escultora María Eugenia Sánchez Cuevas, se erige majestuosamente en el corazón de la ciudad, cautivando la atención de propios y visitantes.
Con una altura de 2.70 metros, JESÚS DEL CARACOL representa la figura de Cristo, adoptando una estética de corte anguloso que le otorga una singularidad visual. Vestido con una túnica larga que le cubre hasta los pies y el pelo suelto, el rostro barbado del Cristo mira hacia el oriente, directamente hacia la ciudad, mientras sus brazos se abren en actitud de ofrecer un caracol sostenido en su mano izquierda.
La escultura se encuentra en el centro de una base circular, rodeada de jardineras que realzan su presencia y le brindan un entorno armonioso. Sin embargo, la historia de JESÚS DEL CARACOL no se limita a su ubicación actual, ya que su trayectoria comenzó de manera inusual. Inicialmente, esta impresionante obra fue sumergida en la bahía Balandra el 1 de junio de 1996, con el objetivo de ser admirada por el turismo nacional y extranjero. Durante dos años, JESÚS DEL CARACOL permaneció en las profundidades del mar, envuelto en un halo de misterio y expectación.
Posteriormente, en un acto significativo, la escultura fue rescatada del océano para ser trasladada a su ubicación actual: la plazoleta frente a la calle Nicolás Bravo. Allí, JESÚS DEL CARACOL se convirtió en un ícono emblemático de la ciudad, generando un punto de encuentro para la reflexión, la contemplación y la expresión de la fe.
La importancia de esta escultura trasciende su belleza estética y se adentra en su significado simbólico. Frente al templo de Nuestra Señora de La Paz, se encuentra una réplica de JESÚS DEL CARACOL, dedicada al Cristo que resguarda el mar y a todas las criaturas que en él habitan. Un mensaje inscrito en la réplica reza lo siguiente: "Jesús; Tú que en la creación diste el más hermoso de los regalos: el mar reflejado en tus ojos a través del azul del cielo y con tu manto transformado en bellas olas, sosteniendo en tu mano el caracol, símbolo de tu amor infinito, te pedimos tu bendición para proteger al mar junto a las criaturas que en él habitan".
Esta emotiva dedicatoria nos invita a reflexionar sobre la relación entre el ser humano, la naturaleza y la espiritualidad. JESÚS DEL CARACOL se convierte en un puente entre el mar y la fe, recordándonos la importancia de valorar y proteger nuestros recursos naturales, especialmente el océano y su vasta biodiversidad.
LA MADRE: Un Monumento Emblemático en La Paz
Autor: Sealtiel Enciso Pérez
En esta ciudad de La Paz, se encuentra un lugar especial que rinde homenaje a una de las figuras más sagradas y representativas de la humanidad: la madre. El monumento "La Madre" se ubica al fondo del patio del IMSS, frente al portón de entrada que da acceso al Teatro de la institución, vía paseo Álvaro Obregón, en el barrio El Esterito.
Este edificio, junto con sus anexos, fue inaugurado en el año 1962. En sus inicios, ofreció los servicios de clínica-hospital hasta el año 1978. Desde entonces, se ha convertido en una unidad administrativa del IMSS en Baja California Sur, desempeñando un papel fundamental en la atención médica y en la protección social de la comunidad.
El monumento en sí es una obra de arte cautivadora, tallada en bronce y representa una escena de profunda ternura y vínculo maternal. En ella, una madre está sentada, amamantando a su bebé. Ambos están abrigados y protegidos por un águila majestuosa, cuyas alas semiabiertas los cobijan. Esta representación simbólica encarna la esencia del amor maternal, la protección y el cuidado que una madre brinda a su hijo.
El conjunto escultórico ha sido ampliamente reconocido como un símbolo emblemático del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS). No solo representa la importancia de la maternidad y la lactancia materna, sino que también resalta la labor del IMSS en la promoción de la salud y el bienestar de las madres y los niños en México.
Además de su significado simbólico, el monumento también destaca por su belleza artística. La delicadeza de los detalles en el bronce, la expresión serena de la madre y la armonía de la composición capturan la atención de los espectadores y evocan una sensación de calma y serenidad.
Para los habitantes de La Paz, el monumento muchos lo consideran un lugar especial para contemplar, reflexionar y apreciar el valor inmenso de la maternidad. También es frecuente encontrar a familias enteras que visitan el monumento, aprovechando la ocasión para retratarse junto a la escultura y crear recuerdos duraderos.
A lo largo de los años, "La Madre" ha resistido el paso del tiempo y se ha mantenido como un ícono cultural en La Paz. Su presencia imponente y conmovedora nos recuerda la importancia de honrar y valorar el papel de las madres en nuestra sociedad.
Carlos Toncini Guasconi: Un Héroe Misionero en Baja California Sur
Foto: El Sudcaliforniano
Autor: Sealtiel Enciso Pérez
En un rincón especial, al lado izquierdo del jardín, justo en la entrada de la institución Ciudad de los Niños, se encuentra un homenaje a un verdadero héroe: Carlos Toncini Guasconi. Este ilustre misionero comboniano ha dejado una huella imborrable en la historia de Baja California Sur y en la vida de aquellos a quienes dedicó su vida.
El monumento que honra al padre Toncini se destaca por su ubicación estratégica, en el corazón de la ciudad, a la derecha del majestuoso Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe. Sobre una base de cemento, que adopta la forma de un prisma cuadrangular, se erige el busto del padre misionero. Coronando la columna, una plataforma de cemento sostiene con orgullo la imagen de este gran hombre.
Al frente de la columna, una placa grabada con letras que perdurarán en el tiempo, nos cuenta parte de la historia del Padre Carlos Toncini MMCJ. La inscripción dice: "Padre Carlos Toncini MMCJ. Fue su ideal la Ciudad de los Niños y Niñas de La Paz, gastando todas las energías de mente y corazón, enderezándolos para ser buenos cristianos, dignos y útiles ciudadanos". Estas palabras resumen la noble misión a la que dedicó su vida: formar y guiar a los niños y niñas de La Paz, inspirándolos a ser personas de bien, comprometidas con su fe y su comunidad.
La figura del Padre Toncini trasciende el tiempo y nos invita a reflexionar sobre el poder transformador del amor y la dedicación. Su labor en la Ciudad de los Niños dejó una huella imborrable en la vida de generaciones enteras. Con cada día dedicado a su ideal, el padre Toncini sembró semillas de esperanza en los corazones de aquellos niños y niñas que más lo necesitaban. Su obra fue un faro de luz en momentos de oscuridad y un refugio seguro en medio de las adversidades.
Este monumento es más que un simple busto de cemento; es un símbolo de agradecimiento y admiración hacia un hombre que dedicó todas sus energías a un propósito noble. La Ciudad de los Niños es testigo vivo de su legado, y cada uno de sus habitantes lleva consigo el amor y los valores que el Padre Carlos les inculcó.
En un tono amable y nostálgico, recordamos al padre Toncini como un ejemplo de entrega y servicio desinteresado. Su labor misionera en Baja California Sur se convirtió en un faro de esperanza para los más vulnerables. Su presencia, aunque físicamente ausente, sigue iluminando el camino de aquellos que continúan su legado.
A medida que admiramos este monumento, nuestros corazones se llenan de gratitud por la vida y obra del Padre Carlos. Nos sentimos inspirados a seguir su ejemplo, a dedicar nuestras energías y talentos al servicio de los demás, especialmente de aquellos que más lo necesitan. Que su memoria perdure en la Ciudad de los Niños y en nuestros corazones, recordándonos siempre el poder de una vida dedicada al amor y al servicio desinteresado.
El Padre Toncini Guasconi, el misionero comboniano que encontró su vocación en Baja California Sur, seguirá siendo un faro de inspiración y un recordatorio constante de la importancia de poner nuestras habilidades al servicio de los demás. Su legado vive en cada sonrisa, en cada niño y niña que ha sido guiado por sus enseñanzas y en cada persona que se ha visto beneficiada por su incansable labor.
Hoy, al contemplar su busto en la entrada de la Ciudad de los Niños, nos sumergimos en un mar de gratitud y nostalgia. Agradecemos al Padre Carlos por su dedicación y amor incondicional hacia los más vulnerables, y recordamos con cariño su legado como un verdadero héroe misionero en nuestra amada Baja California Sur.
El Busto de Benito Juárez: Un Homenaje al Benemérito de las Américas
Foto: Poder Judicial del estado de Baja California Sur
Autor: Sealtiel Enciso Pérez
Presidiendo majestuosamente la Plaza de la Reforma, frente al Palacio de Gobierno en Baja California Sur, se encuentra el Busto de Benito Juárez. Este imponente monumento, ubicado en el lado sur de la explanada, se alza sobre una base rectangular de 1.40 metros por 0.90 metros. El busto en sí, elaborado en bronce, mide 1.30 metros de altura y fue creado por el talentoso escultor don Juan Fernando Olaguibel R.
Fue un día memorable, el 21 de marzo de 1981, cuando se llevó a cabo una ceremonia especial para develar el Busto de Benito Juárez. En ese momento, Baja California Sur rindió homenaje a uno de los más grandes íconos de nuestra historia nacional. Benito Juárez, figura emblemática que encabezó las guerras intestinas y luchó contra las adversidades en nombre de la libertad y la justicia, fue el representante por excelencia de nuestra nación.
Con su imponente presencia, nos recuerda la valentía y determinación de este hombre excepcional. A través de los años, Juárez lideró a una pléyade de hombres liberales y estableció las famosas Leyes de Reforma, cuyo objetivo era transformar a México en una sociedad más justa y equitativa. Además, tuvo el coraje de enfrentarse a los invasores franceses y al imperio de Maximiliano, luchando incansablemente para preservar la soberanía de nuestra nación. Finalmente, Benito Juárez se convirtió en el Restaurador de la República Mexicana y fue reconocido con justicia como el Benemérito de las Américas.
Este monumento es mucho más que una escultura de bronce, es un símbolo de nuestra gratitud hacia aquellos que sacrificaron tanto para forjar el camino hacia un México más justo y libre. Nos invita a reflexionar sobre los valores que él defendió, como la igualdad, la educación y la justicia social. Es un recordatorio de que, a pesar de las adversidades, siempre hay esperanza y que cada uno de nosotros tiene la capacidad de marcar la diferencia en nuestra sociedad.
La Plaza de la Reforma, donde se ubica este importante monumento, es un espacio que cobra vida durante festividades y celebraciones cívicas. Es allí donde los sudcalifornianos se reúnen para conmemorar eventos históricos y rendir homenaje a los héroes que nos legaron un legado invaluable. El monumento, en su imponente posición, nos observa con una mirada sabia y serena, inspirándonos a seguir luchando por un México mejor.
En un tono nostálgico, podemos imaginar cómo ha sido testigo de generaciones que han pasado frente a él. Ha presenciado momentos de alegría y celebración, así como épocas de desafíos y luchas. A lo largo de los años, ha sido un faro de inspiración y un punto de encuentro para aquellos que anhelan una sociedad más justa y equitativa.
El Busto de Benito Juárez es una joya histórica que debemos preservar y valorar. Es un llamado constante a recordar y honrar nuestro pasado, reconociendo que nuestras raíces son la base de nuestro presente y futuro. Invito a todos los sudcalifornianos y visitantes a contemplar este monumento, a reflexionar sobre su significado y a mantener viva la llama de la lucha por la libertad y la justicia que Benito Juárez encarnó.
Que el Busto de Benito Juárez en la Plaza de la Reforma sea siempre un recordatorio de nuestro compromiso de construir un México mejor, siguiendo el legado de aquellos que nos precedieron y dejaron una huella imborrable en la historia de nuestra amada nación.
lunes, 26 de junio de 2023
Los grandes barcos transoceánicos: La conexión de Santa Rosalía con el mundo
Autor: Sealtiel Enciso Pérez
En los albores del siglo XX, cuando la industria minera del cobre en Santa Rosalía estaba en pleno auge, el puerto se convirtió en un punto de encuentro entre continentes. Grandes barcos transoceánicos llegaban a las costas de esta ciudad de Baja California Sur, trayendo consigo visitantes, trabajadores y preciadas mercancías de Europa, Estados Unidos y el macizo continental de México. Estos barcos se convirtieron en los vínculos vitales que conectaron a Santa Rosalía con el mundo, impulsando su desarrollo y proyectando su nombre más allá de las fronteras.
Los majestuosos barcos, con su imponente presencia y capacidad de carga, se adentraban en la bahía de Santa Rosalía, generando asombro y expectativa entre los habitantes y visitantes de la ciudad. Eran gigantes flotantes que llevaban en sus bodegas decenas de toneladas de cobre extraídas de las minas locales, el tesoro más valioso de la región. Estos barcos se convirtieron en la imagen icónica del puerto, símbolo de prosperidad y desarrollo.
El arribo significaba la llegada de personas de distintas partes del mundo. Santa Rosalía se convirtió en un crisol de culturas, donde trabajadores y visitantes de Europa, Estados Unidos y el resto de México se mezclaban, generando un ambiente cosmopolita y enriquecedor. Las calles de la ciudad se llenaban de diferentes idiomas, tradiciones y costumbres, creando un ambiente único y vibrante.
Los barcos no solo traían visitantes y trabajadores, sino también una amplia gama de mercancías provenientes de distintos puntos del globo. Los almacenes del puerto se llenaban de productos europeos, estadounidenses y mexicanos, que se distribuían a lo largo y ancho de la región. Santa Rosalía se convirtió en un centro comercial importante, donde los residentes y comerciantes encontraban todo lo necesario para su vida diaria y donde el intercambio de bienes y servicios era constante.
Sin embargo, el papel de los barcos no se limitaba a la llegada de visitantes y mercancías. Una vez que las bodegas estaban llenas de cobre, los barcos partían hacia lejanas tierras, llevando consigo la riqueza de Santa Rosalía y proyectando su nombre a nivel mundial. El cobre extraído de las minas de la región se convertía en un producto codiciado en diferentes partes del mundo, utilizado en la construcción, la industria y muchas otras aplicaciones. Santa Rosalía se posicionó como uno de los principales proveedores de cobre a nivel global, impulsando su desarrollo económico y colocando su nombre en los anales de la historia industrial.
Con el tiempo, los barcos se convirtieron en parte integral de la vida de Santa Rosalía. El puerto se adaptó y creció para dar cabida a estas enormes embarcaciones, construyendo muelles más sólidos y adecuando sus instalaciones para satisfacer las necesidades de carga y descarga. La actividad portuaria generaba empleo y movimiento en la ciudad, y los residentes se acostumbraron a la presencia constante de estos barcos, que se convirtieron en una fuente de orgullo y admiración.
Hoy en día, aunque el auge minero de Santa Rosalía ha disminuido, el puerto sigue siendo un punto de conexión con el mundo. Los barcos continúan llegando, aunque en menor cantidad, y siguen siendo símbolos de la historia y el desarrollo de esta ciudad. Santa Rosalía se ha reinventado como un destino turístico encantador, donde los visitantes pueden contemplar los restos de la actividad portuaria pasada y maravillarse con la belleza natural de su entorno.
Los grandes barcos transoceánicos dejaron un legado imborrable en la historia de Santa Rosalía. Fueron los lazos que unieron a esta ciudad con el mundo, llevando y trayendo riquezas, personas y cultura. Su presencia marcó una época de esplendor y desarrollo, dejando una huella indeleble en la identidad de Santa Rosalía y en la memoria colectiva de sus habitantes. Los gigantes navegantes de los mares, continuarán siendo un símbolo de la grandeza y la historia de esta maravillosa ciudad costera.
Santa Rosalía: El nacimiento del puerto que conquistó el mundo con su cobre
Autor: Sealtiel Enciso Pérez
A finales del siglo XIX, en medio del árido paisaje de la península de Baja California, surgía tímidamente un pequeño asentamiento que con el tiempo se convertiría en el corazón productor de cobre a nivel mundial. Este lugar, conocido como Santa Rosalía, sería testigo del florecimiento de la industria minera y del crecimiento de un puerto que transformaría su aspecto insalubre y decadente en un hermoso lugar de encuentro y prosperidad.
En sus inicios, Santa Rosalía era apenas un puñado de casas dispersas en un terreno áspero y desafiante. Las primeras viviendas se alzaban modestas y humildes, habitadas por los valientes mineros que se aventuraron en busca del preciado cobre. Estos hombres, se enfrentaron a condiciones extremas y aislamiento en su búsqueda de riqueza y progreso.
El alma productora del cobre comenzó a tomar forma, ya que la región albergaba grandes yacimientos de este valioso mineral. La extracción del cobre se convirtió en la actividad principal de la zona, atrayendo a trabajadores y empresarios de diversas partes del mundo. Pronto, el auge minero transformaría el paisaje y el futuro de Santa Rosalía.
Sin embargo, el desarrollo no estuvo exento de dificultades. El puerto, crucial para el transporte y la exportación del cobre, tuvo un comienzo modesto. El muelle, construido con madera, resistía las embestidas del mar, pero no estaba exento de desgaste y deterioro. Además, la bahía albergaba barcos hundidos que recordaban los desafíos y peligros de las travesías marítimas en aquellos tiempos.
El ambiente era insalubre y rudimentario. Las condiciones de vida no eran las más adecuadas, y el crecimiento desordenado del asentamiento dificultaba la calidad de vida de sus habitantes. Sin embargo, a medida que la industria minera florecía y la producción de cobre se incrementaba, el puerto fue experimentando mejoras significativas.
Con el paso del tiempo, Santa Rosalía comenzó a transformarse. Las condiciones de vida y trabajo mejoraron, y se iniciaron importantes proyectos de infraestructura para embellecer el puerto. El muelle de madera fue reemplazado por uno más sólido y resistente, capaz de recibir barcos de mayor tamaño y tonelaje. Esta mejora permitió un mayor flujo de mercancías y personas, impulsando aún más el desarrollo económico de la región.
Poco a poco, se fue convirtiendo en un puerto próspero y vibrante. La belleza natural de su entorno comenzó a resaltar, a medida que se construían edificios emblemáticos y se embellecían las calles. El crecimiento de la ciudad atrajo a una población diversa, conformada por trabajadores de la mina, comerciantes y profesionales que encontraron en este lugar una oportunidad para labrar su futuro.
Hoy en día, es un puerto que ha alcanzado su esplendor. La historia de su pasado minero se entrelaza con su presente como un destino turístico encantador. Sus calles, sus construcciones de estilo arquitectónico francés y su malecón son testigos silenciosos de la transformación que experimentó este lugar.
El puerto es un testimonio vivo de la capacidad humana de superar adversidades y transformar un sitio inhóspito en un lugar próspero y hermoso. La industria del cobre, que fue su piedra angular durante los primeros 20 años del siglo XX, dejó una huella imborrable en la historia y la identidad de este puerto. Hoy en día, es un recordatorio de la importancia del trabajo, la tenacidad y la visión de futuro para convertir sueños en realidad.


















