Foto: El Sudcaliforniano
Autor: Sealtiel Enciso Pérez
En un rincón especial, al lado izquierdo del jardín, justo en la entrada de la institución Ciudad de los Niños, se encuentra un homenaje a un verdadero héroe: Carlos Toncini Guasconi. Este ilustre misionero comboniano ha dejado una huella imborrable en la historia de Baja California Sur y en la vida de aquellos a quienes dedicó su vida.
El monumento que honra al padre Toncini se destaca por su ubicación estratégica, en el corazón de la ciudad, a la derecha del majestuoso Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe. Sobre una base de cemento, que adopta la forma de un prisma cuadrangular, se erige el busto del padre misionero. Coronando la columna, una plataforma de cemento sostiene con orgullo la imagen de este gran hombre.
Al frente de la columna, una placa grabada con letras que perdurarán en el tiempo, nos cuenta parte de la historia del Padre Carlos Toncini MMCJ. La inscripción dice: "Padre Carlos Toncini MMCJ. Fue su ideal la Ciudad de los Niños y Niñas de La Paz, gastando todas las energías de mente y corazón, enderezándolos para ser buenos cristianos, dignos y útiles ciudadanos". Estas palabras resumen la noble misión a la que dedicó su vida: formar y guiar a los niños y niñas de La Paz, inspirándolos a ser personas de bien, comprometidas con su fe y su comunidad.
La figura del Padre Toncini trasciende el tiempo y nos invita a reflexionar sobre el poder transformador del amor y la dedicación. Su labor en la Ciudad de los Niños dejó una huella imborrable en la vida de generaciones enteras. Con cada día dedicado a su ideal, el padre Toncini sembró semillas de esperanza en los corazones de aquellos niños y niñas que más lo necesitaban. Su obra fue un faro de luz en momentos de oscuridad y un refugio seguro en medio de las adversidades.
Este monumento es más que un simple busto de cemento; es un símbolo de agradecimiento y admiración hacia un hombre que dedicó todas sus energías a un propósito noble. La Ciudad de los Niños es testigo vivo de su legado, y cada uno de sus habitantes lleva consigo el amor y los valores que el Padre Carlos les inculcó.
En un tono amable y nostálgico, recordamos al padre Toncini como un ejemplo de entrega y servicio desinteresado. Su labor misionera en Baja California Sur se convirtió en un faro de esperanza para los más vulnerables. Su presencia, aunque físicamente ausente, sigue iluminando el camino de aquellos que continúan su legado.
A medida que admiramos este monumento, nuestros corazones se llenan de gratitud por la vida y obra del Padre Carlos. Nos sentimos inspirados a seguir su ejemplo, a dedicar nuestras energías y talentos al servicio de los demás, especialmente de aquellos que más lo necesitan. Que su memoria perdure en la Ciudad de los Niños y en nuestros corazones, recordándonos siempre el poder de una vida dedicada al amor y al servicio desinteresado.
El Padre Toncini Guasconi, el misionero comboniano que encontró su vocación en Baja California Sur, seguirá siendo un faro de inspiración y un recordatorio constante de la importancia de poner nuestras habilidades al servicio de los demás. Su legado vive en cada sonrisa, en cada niño y niña que ha sido guiado por sus enseñanzas y en cada persona que se ha visto beneficiada por su incansable labor.
Hoy, al contemplar su busto en la entrada de la Ciudad de los Niños, nos sumergimos en un mar de gratitud y nostalgia. Agradecemos al Padre Carlos por su dedicación y amor incondicional hacia los más vulnerables, y recordamos con cariño su legado como un verdadero héroe misionero en nuestra amada Baja California Sur.



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